─¿Cómo sigue?
Hiperión entró en la cueva en silencio pero estaba cubierto de cortes y sangre. Le preocupaba la salud de Crow.
─Sigue igual. Perdió mucha sangre y me costó sacarle el frío. Le dí mucha agua y lo mantuve seco. Dependerá de sus fuerzas ─contestó Jenny con algo de pesar. ─¿y afuera? ¿es tan malo como se ve en tí?
─Estamos perdiendo, y nos estamos acostumbrando, que es peor. Intentamos no perder a nadie pero los voyanas nos asedian y debemos combatirlos en el bosque. Eso es bueno cuando vienen caballeros negros desde el camino alto, pero con los voyanas es distinto.Tienen sus trucos, algunos más antiguos que este mismo reino.
Hiperión suspiró y se encogió de hombros. Desde que habían dejado de llegar desde el camino alto era difícil pelear. Los senderos a los llanos meridios eran incontables. Evitaban el escollo natural de las montañas pero el imperio no transitaba por ellos, eran dominio de los voyanas. Hacía mucho que no se sabía de ellos pero habían regresado con fuerza. Nada de lo que pasaba en los llanos era cosa juzgada, se tejían leyendas y se fabricaban mitos para explicar lo que el imperio había hecho con la región más próspera de esas tierras. Solo una cosa había quedado clara. Querían borrar el legado de los reyes de la moneda. Ese fue el juramento que los generales del este se habían hecho. Al menos dos de ellos.
Crow se quejó entre dientes y pareció estar a punto de despertar. Hiperión casi deja escapar una expresión de gozo pero su estratega volvió a sumirse en el sopor de la fiebre y siguió inconciente. Lo primero que hicieron los malditos fue dejarlo a ciegas, quitándole a su maestro de mapas. No sabía en que momento empezó a depender tanto de él. No es que no supiera luchar contra esos salvajes, pero no le podía sacar provecho al terreno.Ganaban y perdían por igual a veces por diferencias mínimas, quizás por el hecho de que no se los había podido detener en el momento en que llegaron. Algunos hablaban de volver al viejo fuerte lindero a las montañas donde la primer guarnición vivió. Desde allí podían dominar los senderos pero perdían la primacía en el camino alto, y como siempre, eran pocos. Había que elegir que defender.
Parabel entró apurado y observó la escena. No preguntó sobre el maestro de mapas. Estaba en su propia batalla. Se dirigió a coraza roja con el parte de la batalla.
─Nos retiramos por tres caminos distintos. Todos pasan cerca del río, en dirección a Lurzt para que crean que nos refugiamos en la fortaleza. Luego rodeamos largo y estamos volviendo. Arlorg se negó a rendirse y le perdimos el rastro. No sabemos que fue de él. Ese hombre está loco. Dijo que no vino para dejar su mazo sediento.
─Establezcamos perímetro juglar. Los que lleguen primero deben vigilar el bosque y buscar espías, rastreadores. Haganlo bien, si cagan quiero saber a que huele ¿entendido?
Parabel asintió con gesto adusto pero apenas se volvió Hiperión le hizo una cara graciosa a Jenny imitando los gestos del líder.
─Juglar, ve a hacer lo que te dije o hallaré otros usos para ese laúd que tienes.
Parabel se retiró rápido mientras Raluk llegaba también cubierta de sangre. Una postal habitual donde se mezclaban heridas propias con el rastro de sus víctimas. Jenny se acercó a ella con unos paños dispuesta a ayudarla pero ella le hizo un gesto negativo. No estaba de humor. Las derrotas le sentaban mal. No las digería hasta pasadas dos o tres botellas de hidromiel. Pero eso era después, primero había que esperar a los demás. Ver los rostros que iban llegando y rogar que los que faltaban no tardaran. Esa siempre sería la parte difícil. La cueva empezó a iluminarse timidamente gracias al fuego que Brian fue alimentando mientras se vendaba el brazo con dificultad. Le llamaban la primer hoguera porque era la que hacían en un rincón para que no se viera desde el bosque. Era la que recibía a los demás y que el primero que llegara debía encender. Ese fuego reconfortaba como nada en el mundo, ese que empieza a brillar cuando nada ilumina la senda.

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