viernes, 2 de noviembre de 2018

Sobre nosotros crecerá la hierba




Solot se sobresaltó cuando divisó a la figura sentada en la oscuridad. Todavía no se acostumbraba a estas repentinas apariciones. Intentó mostrar aplomo y fue encendiendo lentamente las velas. Los palidos destellos fueron arrojando luz sobre el extraño. Cabellos grises. Tunica gris, mirada fiera. Un dedo negro.

─Si muero del espanto no podré servir a tus propósitos ─dijo con sorna.

─Estoy seguro de que sobrevivirás. Has traído tantos horrores a este mundo que un viejo amigo no te hará mella...

─Tú no tienes amigos Davan.

El mago renegado sonrió a medias. La visita sería corta. Lanzó sobre la pequeña mesa de la cámara del sumo sacerdote un rollo de pergamino. Solot no necesitaba abrirlo para saber que era un mapa, uno de su propia biblioteca. El tratamiento que le hacían al pergamino para que no se dañe delataba su orígen.

─Has decidido jugar tus cartas, eso lo respeto, pero eres descuidado ─dijo Davan analizando las reacciones del sacerdote.

─¿De donde sacaste eso? ¿acaso tu aprendiz decidió robarnos?

─Dudo que mi aprendiz conspiré contra si mismo. Tuvimos una incursión voyana. Una muy informada. Versada en los senderos ocultos en la montaña. Una que intentó tomarnos por sorpresa con la ayuda de tu biblioteca.

─Y claramente todo apunta contra mi, porque soy tan idiota que les daría algo que solo yo puedo entregar, una especie de confesión muda. ¿En serio Davan crees que eso pasó por mis manos?   

─Dímelo tú, ¿cuantas personas tienen la llave de la biblioteca?

─Mi llave la tiene tu aprendiz, la otra la conserva el maestro de escritos. Tú lo sabes bien.

Davan no tenía demasiado motivo para desconfiar de un anciano que año tras año transitaba sus últimos momentos para luego, de algún milagroso modo sobrevivía.
 Hace unos años le habían puesto de ayudante a un mago jóven que había aprendido el oficio y buscaba afanosamente quedarse con el puesto del anciano.

─No tengo intención de perder la utilidad que hoy represento para el general. Si los derrota seré un estorbo. Tengo poco tiempo para demostrarle que puedo serle verdaderamente útil en el futuro. Y eso contando con que el imperio no derrote al oeste. Todas nuestras posiciones son precarias Davan. La maldita soberbia del hombre nos trajo hasta aquí y no creo que mejore demasiado.

─¿Y tú que propones? ¿liberar las criaturas del abismo y traer la noche al mundo? no asegura nuestro futuro de manera alguna

─Mis antecesores equivocaron el camino. Perdieron el control del portal, fueron demasiado ambiciosos. Yo hubiera mantenido los portales pequeños como era la tradición. Tomar consejo de los primigenios para combatir al imperio...

─Ahora me dices que no pretendes que llegue finalmente la noche que se come al mundo.

─Eso será inevitable Dedo Negro. Como los días que vivimos llegan a su ocaso, la noche debe llegar para que el hombre cese. Llegará cuando sea el momento del sueño del hombre y el reinado de la oscuridad. Así ha sido por todas las edades. Y no podemos adelantar ni retrasar eso. Y un día volverá a despertar cuando llegue el amanecer. No hay voluntad que pueda detener el transcurrir. El imperio es el último intento de la voluntad de detener lo inevitable. Deberíamos abrazar ese destino y dejar de pelear contra él. Los primigenios vendrán a purificar. Deberíamos estar agradecidos

─Ya veremos como recibirlos, ya sabes que les dare acero y fuego a todos los que pueda. Y cerraré ese maldito portal.

─Los titanes mantienen los llanos de Margón a salvo del imperio. El imperio se mantiene bajo tierra

─Las bestias mataron a los míos. No lo olvides. Mataré a todos ellos. Luego seguiré con los hombres. ─amenazó Davan con firmeza

─No temo morir por tu mano Davan, harías bien en entender que hay cosas peores a las que temer. Temo que no me alcance el tiempo, solo eso...

Davan se levantó y se caló la capucha dándole una última mirada al sumo sacerdote.

─Averigua quién le dio ese mapa a los voyanas...porque volveré para que me lo digas

Solot vio como se escurría en la oscuridad. Conocía todos los pasajes secretos del templo y se escabullía detrás de los cortinados y tapices para desaparecer entre los muros.

─Recuerda algo Dedo Negro. No importa demasiado lo que hagamos. Los que no mueren están destinados a regir. Nosotros no somos obstáculo. No contamos. No estamos hechos para la noche que viene. Sobre nosotros solo crecerá la hierba...  




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