domingo, 23 de diciembre de 2018

Una mísera gota de agua





Sharra no solía levantar la voz en el campamento, de hecho, apenas se la sentía yendo y viniendo solo para entrenar y teniendo su camastro en una de las cuevas pequeñas. Alejada del resto así como Davan se recluía en el balcón de piedra junto a su discípulo Barbeta. De todas las peleas posibles, aquella era la más improbable, y no por eso menos violenta.

─Maldito seas, arrasaron una aldea entera gracias a tu genial idea de hacerte pasar por un espíritu. ─gritó la guerrera fuera de sí mientras la sostenían entre cuatro hermanos.

─Niña, es mejor que te calmes. Ese día debíamos ganar la batalla del camino alto como fuera...esto es la guerra.

─Esto es tu guerra anciano, y arrastras a ella a cualquiera con tal de ganar un palmo de ventaja.

─¿Y acaso tú no tienes tu propia guerra? para que estás aquí sino para vengarte de los bandidos que masacraron a los tuyos. ¿Y me hablas a mí?

─Mi guerra nunca estuvo en conflicto con lo que hacemos aquí. Mi enemigo es el mismo. ¿Acaso tú puedes decir lo mismo?

─Solo te diré que no había brazo que torciera el destino la última vez. Estuvimos cerca de morir todos a causa de las partidas voyanas. Lamento que ahora se venguen con las aldeas vecinas pero todos sabemos el precio, no me arrepiento de nada niña, esto es como es.

─¿Cuantos árboles de sangre necesitas para entender? ¿cuanto pasará hasta que nos sacrifiques a todos para obtener tu propia victoria anciano? ¿acaso dudarías en hacerlo? contesta...

─Vencer al imperio es todo, no tengo más anhelo que ese...y si piensas que todos veremos ese día eres más ingenua de lo que creía.

─Esta ingenua meterá su acero en ti antes de ese día, te lo aseguro.

─Si vas a amenazar a alguien, asegúrate de prometer tomar algo que la otra persona estime lo suficiente. No le debo explicaciones a una aldeana miserable.

Ahora eran varios los que se interponían entre ellos. Davan estaba fuera de si también. Se consideraba padre de una victoria que estaba puesta en duda.

Barbeta se interpuso y expuso el pecho abriendo su camisa. Sharra lo miró con desprecio.

─Fue mi idea señora, es a mi a quién debe dirigir su acero. Mía fue la idea de los espíritus del llano, mío fue el uso del veneno, quizás no medí las consecuencias friamente...y lamento su pérdida. También lamento haber arriesgado la vida de todos, casi los maté con mi aventura. Y si debo pagar el precio lo haré sin queja alguna.

─Solo eres el sirviente del mago, no haces más que acatar sus órdenes. ¿Por qué ofreces tu vida por él?

─Porque es más valioso que yo. Como usted también lo es mi señora. Habrá otros que puedan interpretar los signos y leer los pergaminos sagrados. Siempre encontraran un aprendiz. Pero no siempre habrá una espada como la suya señora o un conocimiento del enemigo como el de él. Ciertamente debí acompañarlos a aquella aldea. Y contemplar por mi mismo el resultado de mis actos, pero sin duda pagaré por ellos en completa humildad.

─Apártate necio ─Ordenó Davan mientras forcejeaba con varios hermanos tratando de ponerse cara a cara con Sharra que hacía otro tanto por liberarse.

─No lo haré mi señor. No estoy aquí para seguir su aventura de venganza, tampoco seguiré la de ella. Solo estoy aquí para que el imperio sea derrotado y para que el portal caiga de una vez dejando de enviar la muerte a nuestras tierras. Mucho me temo que mi lealtad está con la causa de la hermandad antes que cualquier afán personal. Seguimos siendo un puñado para toda esa enorme tarea. Y si debo enfrentarme a ambos para que desistan lo haré.

Hiperión sacó su espada y se acercó a Barbeta. Todos quedaron expectantes de lo que sucedería a continuación.

─Yo responderé con mi espada por él. Es el que me ha demostrado ser capaz de anteponer la hermandad a sus lealtades personales. Si no empezamos a pensar como él estaremos perdidos muy pronto.

El resto de los hermanos se puso en medio con su espada en la mano. Pronto tanto Sharra como Davan entendieron el mensaje. No había lugar para las divisiones allí.

─Una misma causa mis hermanos, una misma causa... tan grande como para que en ella quepan las justicias que sus corazones necesitan ─Sentenció Hiperión ─y no hablo solo de Sharra y Davan sino de la búsqueda de la familia de Vallekano, la restitución del culto de Baraqz, la defensa de la tribu de Haru, la restitución del honor de Xamu...cada uno guarda una razón para estar aquí, un hecho por el que no han sido perdonados por los suyos. O por el reino. ¿Acaso Raluk no añoras caminar por las calles de Lurtz otra vez? Valkiria se debe un retorno al templo de la diosa con la certeza de que sus hermanas han sido vengadas. Carlos debe ir a presentar respetos a la memoria de su padre alguna vez también. Todos aquí tenemos nuestras batallas pero por sobre todo está esta guerra. Sólo venciendo podremos darle a todos alguna clase de justicia. Eso no podemos olvidarlo...es todo lo que tenemos y a lo que podemos aspirar...alguna clase de justicia.

Todos bajaron la mirada concientes de que sus causas personales, al menos una vez habían sido reconocidas. A veces oir el dolor propio en labios ajenos aquieta los corazones más dolidos. Nadie en esa situación aspiraba a ser redimido después de tanta indiferencia pero si a recibir algo a cambio del despojo y el dolor cosechados en ese tiempo. Porque para el sediento un manantial es un sueño pero una mísera gota de agua puede ser lo que lo mantenga con vida.





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