Solot cenaba en el salón central de templo cuando de pronto tuvo que dejar de comer. Fue el olor. Ese aroma que despedía uno de sus enemigos más acérrimos. Olor a magia vieja. A ungüento y grasa. A piel quemada, normal en un piromante.
─¿A que debo el honor de tu visita dedo negro?
─Siempre has tenido buen olfato, lo reconozco.
Davan se sentó pesadamente. El viaje había sido agotador cabalgando sin freno apenas acabó su reunión con Hiperión. Tenía que ver como iba su otro plan, el que dependía de la vigilancia del alto sacerdote. Había intereses en común por el que ambos debían velar.
─Viajará al norte pronto. Encontró demasiada resistencia más alla del valle negro. Va a extender la linea de fortalezas. Y sabemos que antes de que vuelva el innombrable atacará. No hay demasiado por lo que preocuparse. Un príncipe nuevo en Lurzt será un detalle del que se ocupará recién cuando logre estabilizar los frentes. Y eso no es fácil de lograr.
Davan se sirvió un poco de vino. Ese vino que había viajado leguas marinas desde recónditos lugares para llegar a las bodegas de Solot. Ese que tomaba solo cuando estaba solo. Ese vino que Davan despreciaba porque valía demasiado.
─Que no venga no significa que no mande alguien a que se ocupe. Eso lo sabes bien.
─Zorros Negros, Paño Morado...algún rastreador y arqueros, lo usual.
─No me gusta que me mientas ─dijo mirándolo fijamente mientras empujaba la jarra de vino hasta el borde de la mesa.
La mirada de ansiedad del sacerdote divirtió a Davan. Quería más a sus vinos que a cualquier persona en ese templo. No soportaba la idea de que se desperdiciara.
─Hubo un rumor...
─Estoy escuchando.
─Prekass...dicen que bajó hace unos días del norte. No me imagino para que. La campaña está más dura que nunca y necesitan sostener el frente.
─He visto a un leopardo huir de un lobo en un sueño Solot. Quizás tengas ganas de interpretarlo.
─Ese hombre no es de los que huyen. ─dijo Solot, negando con la cabeza.
─Pensemos un rato entonces...supongo que ha sido obligado.Le han dado la orden. Una orden semejante después de todo lo que atravesó suena a castigo. Lo han humillado. Es astuto Turbarión al despojarlo de todo mérito y enviarlo aquí. El viejo problema del sur. Tendrá que resolverlo para recuperar la confianza.
─¿Un comandante a la baja te preocupa?
─Me preocupa uno demasiado motivado.
Prekass era uno de los mas ambiciosos comandantes de guarnición de los que Turbarión disponía. Se había destacado en el inicio de la campaña del norte. Había ganado mucho terreno y se había instalado muy profundo en el traicionero norte. Pronto estuvo rodeado y aislado. Nadie sabe a ciencia cierta como rompió el asedio. Por la cantidad de soldados que pudo salvar se piensa que tuvo que ofrendar a la loba la mayoría de sus hombres. Pero sus fuertes se sostuvieron y desde allí se montaran las siguientes ofensivas. En cierta manera había logrado su cometido.
─Lo que me preocupa es que el general anticipó lo que la hermandad va a hacer en estos días. ¿Acaso tuviste algo que ver Solot?
─Mi único trato es contigo. No estoy obligado a controlar todo lo que se rumorea. Siempre se sospechó que la hermandad tenía un espía...eso hasta tú lo sabes.
─Lo se, pero hasta los espías saben cuando deben callar.
─Parece que ya no. ─dijo con un dejo de impotencia el alto sacerdote. ─una hermandad destruida no es lo que Turbarión pretendía, al menos, no todavía.
─Pero un rival debilitado al que imponer condiciones si es algo tentador para él. Todavía no nos han doblegado Solot.
El alto sacerdote sabía que sin la hermandad él también perdía. Era en parte el garante de la estabilidad que se sostenía en el sur. Siempre hubo rumores de que los señores del sur algún día se levantarían desoyendo el consejo de la puerta de los dioses. El concilio había dicho que el destino del sur era preservarse de la guerra. La estricta neutralidad era la única protección a la que podían aspirar. Los nobles sureños no pensaban igual. No habían dejado de pagar mercenarios y disponerlos en la frontera, cosa que solo sirvió para dolores de cabeza ya que sin control se dedicaron al pillaje y a atacar los pocos mercaderes que aún se aventuraban cerca de Lurzt.
─Nunca debiste hacer tratos con él dedo negro. Si tus hermanos se enteran te colgaran sin juicio.
─No me preocupa mi cuello, sólo saber cuando me traicionará.
─¿Aún crees que sacarás algo de todo esto? Nunca cumplirá su palabra Davan
─Fue una tregua, no un trato. No tergiverses las cosas. Tengo un trato contigo sin embargo, si él me gana la espalda tendré tiempo de venir por tí.
─No sería una charla agradable si no me amenazaras de muerte amigo mío. Yo tampoco puedo confiar en él asi que tendremos que seguir juntos un poco más...y quién sabe, quizás entiendas que puedo serte más útil de lo que piensas.
─Cada vez que un enemigo se muestra débil ante tí es porque ya tiene confianza en sus fuerzas escribió un sabio Solot, lo leí en tu biblioteca.
─Conozco la cita Davan, y conozco la suerte que corrió ese sabio, a veces escribimos mejor de lo que obramos...
─Pues que tus obras sean mejores que tus escritos Solot. ─dijo alzando su copa.
─Pues la tengo fácil Davan. No he escrito nada en mi perra vida.
Dedo negro le hizo un gesto con la cabeza y salió del salón justo antes de que entrara un criado a traerle un poco más de vino pero Solot tapó la copa con su mano. No era tiempo de beber, aún tenía cosas por hacer esa noche. Sobre todo era tiempo de enviar emisarios a Turbarión contándole las novedades del reino. Al menos aquellas que le convenían.
Da gusto sumergirse otra vez en el universo de la hermandad fantasma. Davan se nos presenta como un enigma dificil de descifrar. Unas veces noble, poderoso y confiable, otras artero y egoista.
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