jueves, 11 de abril de 2019
Cartas nuevas, baraja gastada
Hiperion odiaba tener que atravesar los húmedos pasadizos en el interior de la montaña para llegar hasta el infame balcón de piedra donde Davan se refugiaba. Nunca había compartido la idea de que el anciano misterioso se mantuviera aislado del resto, pero era un pacto antiguo con la hermandad. Con los antiguos líderes, y no tenía potestad para romperlo.
Había pospuesto la charla lo más posible pero llegaba el momento de tenerla. Era el único escollo en su plan. Y el único con suficiente poder para frustrarlo.
Davan ya tenía bastante información del asunto pero mantuvo las apariencias apenas vio aparecer a coraza roja. Cambiar el balance de poder en el reino echaba sombras sobre sus propios planes. Ahora mismo sabía que esperar de cada uno de los que tomaban decisiones. Sería un error perder esa certeza. Lurzt era adversa pero inofensiva. Muy temerosa como para llamar la atención del general Turbarión. El imperio no temía por su retaguardia. ¿Por qué llamar a las fuerzas del este al valle?
─¿Debo sorprenderme de tu visita?
─Para nada mago, ya sabes que nos debemos esta charla. Pero podrías haberte acercado al campamento.
─Demasiados oídos mercenario. Aquí tendremos algo de privacidad.
Hiperión miró en dirección a Barbeta que aplastaba hierbajos en un mortero de piedra pero supuso que esa sería toda la privacidad que se podía encontrar allí.
El mercenario sacó un paño de seda con un emblema bordado de su chaqueta de cuero endurecido. Era un escudo. De una casa muy famosa y antigua. Desenvolvió lo que resultó ser una daga ornamentada. Davan se puso a examinarla con detenimiento. Empuñadura con incrustaciones de piedras preciosas y la hoja grabada con runas negras que contrastaban con el acero bruñido.
─¿Hace cuanto que la tienes?
─Lo suficiente como para saber que llegó el momento de usarla.
─¿Sábes lo que dice aquí?
─Mi antiguo meridio está un poco oxidado pero entiendo lo suficiente,
─¿Que te hace pensar que es verdadera?
─He saqueado ciudades sureñas y conozco sus emblemas. Quién hubiera querido falsificar la daga hubiera optado por su escudo de armas más conocido. El dragón sobre la montaña, pero si conoces la historia de los Oren sabes que al principio era un escudo cruzado por un hacha. La marca de los defensores se perdió cuando empezó a correr esa profecía de que el dragón vivía en la montaña y velaba por el valle. Y pocos conocen el lema original...
─Debería contratarte como escriba Hiperión ─dijo con un dejo irónico Davan mientras giraba la daga entre sus dedos.
─Todos repiten sin saber "el nacido del dragón viene" Davan ─continuó explicando el mercenario sin prestar atención a las burlas. ─Lo han traducido mal o lo han cambiado por conveniencia, tú sabes que originalmente decía "el que ha vencido al dragón viene" ya que esperaban que Vikan descienda del fuerte para expulsar a los corruptos del trono
─Supongamos que tienes a un heredero de la casa Oren Hiperión. Y que tu gran plan es sentarlo en el trono de Lurzt... ¿Y luego que? ─preguntó mirándolo fijamente...¿que piensas que hará Turbarión cuando peligre su retaguardia, cuando el valle se vuelva una amenaza? ¿crees que seguirá jugando a la guerra con nosotros, que seguirá usando voyanas y mercenarios para mantenernos ocupados?
Porque la imagen más real será la de muchas más compañias bajando por el camino alto dispuestas a convertir todo esto en un yermo.
─¿Yo soy el ingenuo? estoy tratando que una de las ciudades con más ejército de todo el sur se proponga defender el valle. Estoy hablando de sostener una línea de frontera ya que el terreno nos favorece. Hacer al enemigo dudar y que deba negociar con nosotros en igualdad. Pero tú dices que confiemos en el enemigo. Que no estamos en sus planes cuando ya han muerto tantos de nosotros que no sabemos si estaremos aquí el próximo invierno.
¿Seguir a merced de los caprichos de un tirano que espera que sus hermanos mueran en el oeste para tomar el poder?
─Cuarenta y cuatro Hiperión. cuarenta y cuatro.
─¿Que significa eso?
─El número de compañías destacadas del otro lado del Espinazo. Al final del camino alto.
─Muchas están en el norte Davan, nadie tiene el número exacto. Además de que en la retaguardia no todas son campañías guerreras. Hay rastreadores, porteadores. Hasta los que cocinan tienen la suya.
─Cierto. Nadie lo tiene. Y puede que no todas sean tan diestras como los zorros negros o los tortuga pero ponte un momento en su lugar. Tiene la fuerza del número. ¿Por qué desperdiciar esa ventaja?
─¿Si tuviera en mente invadir el sur Davan...como piensas detenerlo?
─No detienes a un enemigo así Hiperión. Lo infiltras, los carcomes, lo disminuyes día a día...conviertes su tamaño en su debilidad.
─¿Eso no es acaso lo que hemos estado haciendo hasta ahora, mientras morimos aquí?
Las últimas palabras hicieron eco en la montaña. Ambos habían alzado la voz. Barbeta se levantó. Pacientemente dejó el mortero a un lado mientras hacia ese gesto tan característico en él de cansancio y tomó la palabra.
─Señores míos, ambas estrategias son maravillosas...pero incompletas. Uno busca engordar la resistencia, el número, mientras el otro pretende seguir sin llamar la atención. Perseguir a los que entren al valle pero no mucho más. De alguna manera ambas han funcionado juntas hasta ahora. Hemos reclutado y hemos mantenido en tinieblas al enemigo. Hemos estado ensayando en base a lo que creemos que el enemigo hará. La guerra sigue en el oeste y si empeora para ellos Turbarión deberá responder y movilizar el grueso en apoyo. La respuesta no está en Lurzt, aunque un cambio de mando podría quitar presión sobre toda la región. Estar a merced de un millar de compañías tampoco se ve demasiado apetecible. Debemos intentar acercarnos a ese poder que se cierne sobre todos y viene del portal.
─¿Estás borracho Barbeta? ¿quieres reclutar dragones?
─No solo son bestias sin mente las que cruzan. Imagina que son distintas razas escapando de un gran peligro. Si un incendio se desatara en el valle ahora mismo verías animales correr, antes de divisar nuestras carretas por el camino. Todo lo demás es válido, asaltar el trono mientras mantenemos en secreto nuestra fuerza. Pero la diferencia estará en conseguir un aliado que verdaderamente pese en la balanza.
Por un instante Davan contempló a Barbeta como algo más que un ayudante. A veces olvidaba que era uno de los más importantes sabios del portal. Desterrado del mismo templo del ocaso por tener demasiada cercanía con las criaturas que habían cruzado a los llanos. Por algo había arriesgado la vida para sacarlo de una oscura mazmorra meridia.
─¿Que has descubierto en la biblioteca del templo Barbeta?...¿y por qué te has guardado todo esto? ─preguntó Davan sintiéndose traicionado.
─Porque no estaba seguro de que fuera realmente posible. Sólo puedo decir que es una idea que he llevado por años en mi cabeza pero...finalmente dí con ellos. Hay ciertos escritos que han permanecido ocultos. Pergaminos antiguos que hablan de un pacto. Y nombran a uno que venció al dragón.
─¿Vikan Oren? ─preguntó Hiperión. Barbeta asintió.
─Estos escritos estaban disimulados entre miles de pergaminos sin traducir, las llamaron "crónicas del alba" y hablan del hombre que pudo vencer a una poderosa bestia para luego sentarse de igual a igual con sus amos y negociar un pacto. Este pacto permitía cruzar a ciertas bestias pero no a toda la manada. Sería un proceso lento que aseguraría la supervivencia de ellos y de nosotros. Equilibrio era la clave del pacto. Equilibrio que el este rompió al invadir los llanos meridios. Cuando el portal peligró los magos oscuros decidieron quitar toda barrera mágica y ya sabemos que pasó. Nadie sabía lo que vendría del otro lado.
─¿Quienes son esos amos? ¿dónde podemos encontrarlos?...ya hemos vencido a suficientes bestias como para que nos presten atención. ─Reclamó Hiperión con intensidad.
─No es tan fácil. Esas criaturas aún permanecen del otro lado. Y allí no somos bienvenidos. Además sólo hemos vencido a una criatura realmente poderosa. No son los dragones ni nada parecido. Hay algo en los pergaminos que pude traducir como el poder incontestable. solo nos hemos topado con una criatura de ese tipo. Yo participé de esa misión, y me traje su cabeza. Con ella podremos sentarnos a negociar me parece.
─¿Hablas de la gorgona? ¿acaso no matamos muchas como ella?
─Esa era especial. Podía encantar a hombres y bestias por igual. La encontramos antes de que se vuelva demasiado poderosa. Pero hay muchos otros seres con igual o mayor poder que todavía no han cruzado. Esperan que las bestias sin mente les allanen el camino. Luego vendrán. Esa será la noche que se come el mundo. La profecía de la magia oscura.
Por un momento Hiperión y Davan sintieron que sus planes eran vanos. Demasiados frentes de guerra atentaban contra sus planes. Quizás Turbarión no era la principal amenaza que se cernía sobre ellos, aunque si era la más real y palpable. El anciano misterioso tomó la palabra finalmente.
─Has lo que tengas que hacer en Lurzt. Yo no interferiré. Debemos unir fuerzas si pensamos inclinar la balanza. Todavía no estoy seguro de que podamos negociar con las criaturas del abismo. Nunca fueron muy confiables.
─Yo tampoco quiero tratos con ellos Davan. Pero en un futuro quizás sean lo único que nos quede. Dile a tu ayudante que siga investigando.
Se despidieron fríamente. Cada uno tenía sus propios planes y las revelaciones de Barbeta sólo habían traído cartas nuevas a una baraja gastada. Cada uno seguiría con la mano que le había tocado jugando su propio juego. Ninguno se caracterizaba por trazar alianzas duraderas pero estaban allí. Atrapados entre las alturas y el valle buscando ganar la partida, tratando de aparentar que la fortuna les había sonreído. Y los dos sabían que estaban mintiendo.
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