Memorias del escriba
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miércoles, 1 de agosto de 2018
Carlos "incendiario", el elegido del fuego
Existe la historia del elegido de un pueblo que renunció a su llamado.
Tras las montañas que separan el sur de los valles de Sereniya se encuentran los dominios de Ognia. Las tierras salvajes de los adoradores del fuego. Tribus venidas del otro lado del mar oscuro que escapaban de la guerra y se encontraron con las ruinas monumentales de un imperio extinto. Tomaron posesión de sus templos y edificios principales y a través de los grabados tallados en sus muros rescataron la antigua tradición de honrar al fuego. Se dice que llegó a uno de sus líderes a través de sueños y visiones la capacidad de descifrar la antigua lengua de los moradores primigenios. También se dice que en cada generación, un miembro de ese pueblo recibiría nuevamente los secretos de la llama a través de visiones.
Obviamente con el tiempo el llamado dejó de estar librado al capricho de unos sueños difíciles de interpretar y se convirtió en un linaje para el que los descendientes se preparaban toda la vida. Ésta tarea se indicaba siempre para el menor de los hijos ya que los mayores se dedicaban a la caza y la guerra, y aunque era el principal honor y el más alto cargo al que podía aspirar un descendiente de la casa sacerdotal hubo una generación que pereció sin heredero.
Carlos no ambicionaba puestos de rango en los oficios ceremoniales, el sólo gustaba de vivir al aire libre y dormir bajo las estrellas. Fabricaba sus propias armas de caza ya que formalmente seguía siendo aspirante a sacerdote y no se le permitía usarlas. Su famoso arco "Tizón" era casi una leyenda y podía bajar la fruta más alta del árbol más antiguo en el huerto del templo. Siempre estaba rodeado de los muchachos de su edad y sólo anhelaba que pronto le naciera un hermano que le librara de responsabilidades del culto.
Un día ese hermano llegó, pero duró poco entre los vivos y partió hacia la llama antes de destetar. Su madre ya era de edad madura y luego de haberlo parido quedó postrada, presa de las sangres de la fuente. Nunca se recuperó. Carlos entendió que sería el último de su casa y que su destino sería aquel que siempre había rehusado, sería sacerdote. O no.
Urdió su salida con un ingenioso plan en el que fingiría un accidente que lo imposibilitara de ser elegido, pero fue delatado por uno de sus hermanos. Fue azotado por su propio padre que quemó en el altar su famoso arco. Nunca se lo perdonaría.
Con el tiempo y llegando a la edad en que debía tomar el oficio escapó una noche dejando escrito en el muro del templo que renunciaba a su destino y que mejores hombres que él podían ocupar su lugar. Sólo se llevó un trozo de pedernal del altar para que el fuego no lo olvidara, ni él olvidar al fuego.
Su padre casi fallece del disgusto. Uno de sus hermanos se ofreció para ir en su búsqueda con la promesa de no descansar hasta traerlo de vuelta a él o a su cabeza. Esto finalmente fue aceptado en las visiones del padre aunque ese sueño fue bastante confuso, soñó que su hijo rebelde moraba en la barriga de un dragón junto a otros renegados y que nacían de la bestia en una bocanada de fuego. Su padre entendió que él era realmente el elegido ya que podía controlar a ese monstruo.
Su hermano que abandonó su nombre en el fuego como promesa y ahora se llamaba Baraqz "el que tiene por misión"...partió en su búsqueda esperando encontrar pronto al muchacho, pero tanto de él como del elegido nada más volvió a saberse, la leyenda dice que un dragón lo devoró y emergió convertido en uno para asolar a los hombres que olvidaron el pacto del fuego y que su misión era tan alta que no había templo que lo contuviese. Dicen que su padre aún anciano esperaba sentado en la puerta del templo todas las tardes con la mirada perdida, pero con ojos de esperanza, esperando su regreso, el regreso del dragón...
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