domingo, 12 de agosto de 2018

Haru "domadora" reina de los tigres




En las montañas de la tormenta existe una tribu que jamás ha tenido que empuñar una espada, y que sin embargo permanece a salvo de salteadores y bandidos. Este pueblo, los Bechas o nación de la primavera, nacen y crecen rodeados de la más temible raza de felinos. Los tigres de la niebla. Esos que han dominado las montañas de la región por siglos. Y que hoy, en tiempos de guerra, han sido confinados a las cercanías de este pueblo, quienes han decidido protegerlos. La unión entre los felinos y los Bechas es notable, y cada generación designan un rey o reina de ambas razas que encabeza las ceremonias. El monarca designado debían tener la fortaleza para controlar el temperamento de los animales y la destreza para blandir la espada que alejara a sus enemigos. El año de la gran matanza, los tigres atacaron una caravana imperial de suministros que cruzaba la región y despertaron la ira del general a cargo que organizó una campaña contra ellos. Cuando los soldados imperiales avanzaron sobre la montaña, la tribu luchó encarnizadamente junto a sus felinos para repelerlos, pero las tropas eran demasiadas y aunque causaron grandes estragos fueron diezmados.
El rey Koshachy resultó herido y su hermana Haru asumió el control. Ella desechó todo cargo y ayudó a su pueblo a encontrar un nuevo lugar para vivir, más profundo aún en las montañas sin sol, para luego partir en busca de aliados que ayudaran a la tribu a sobrevivir junto a sus tigres. Haru intentó ganar para su causa a varios pueblos pero la mayoría temía demasiado a la fuerza invasora. Cuando ingresó en el sendero alto del espinazo del dragón, un cordón montañoso que desembocaba en el sur se encontró con los domadores de dragones, un grupo de guerreros que se dedicaba tanto a combatir titanes como a resistir los intentos de invasión del imperio del este. Supo que mientras estos reinos no cayeran, el imperio estaría demasiado ocupado como para continuar su campaña en otros lugares. El tiempo le dio la razón, cualquier otra región se convirtió sólo en lugar de paso. El imperio sólo miraba el lugar donde su bota no lograba pisar con libertad. Entonces fue que Haru decidió unirse a la hermandad. Su hermano ya estaba repuesto y ahora entrenaba una guardia que vigilara las montañas, todo gracias a las iniciativas de ella.
Es común verla en batalla junto a sus gatitos, Haru y Arashi, dos enormes ejemplares de 300 kilos, criados por ella desde cachorros, a los que les confeccionó sus propias corazas de cuero, y cuando ellos lo permiten, hasta cabezales tienen. Sin embargo prefiere no exponerlos la mayoría de las veces. Su talento con la espada es igualmente admirable y ha sido uno de los puntales de la hermandad cuando los fundadores se fueron. Hoy es requerido su consejo en las decisiones importantes, ya que ha tenido que rescatar a su propio pueblo de las dificultades en el pasado. Dicen que cuando suena el rugido de un tigre en la montaña debes prestar atención a que un enorme animal no te esté acechando pero si acaso ves a una guerrera con un yelmo de cabeza de felino debes temer igualmente, quizás haya sido ella la que ha rugido dándote aviso de que estás en dominios y que no es aconsejable desafiar a la reina de los tigres.

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