jueves, 30 de agosto de 2018

Hiperión "coraza roja" la daga de los reyes




Fue un hombre temido, odiado y pocas veces querido. Muchos se alegraron cuando un día se perdió su rastro. Criado en las lejanas tierras del Kamistán. Fue miembro de una de las cortes del Sinarca de Emnur. Fue aprendiz de uno de los mejores espadachines de las tierras lejanas, más allá del oeste y le dio la espalda a un brillante porvenir para escapar de las imposiciones reales. Criado para guardar la vida de los sinarcas, vendió temprano la espada para forjarse un nombre como asesino. No se sometió a ley alguna sino que sentó una propia. "la daga no vuelve limpia a su funda". No habría piedad para las victimas si puedes pagar por sus servicios. Pero era uno sólo y necesitaba un ejército, quizás no demasiado numeroso pero si efectivo.
Necesitaba un estratega. Un espía con dotes de asesino. Un guerrero pesado. Un jinete habilidoso. Ellos serían sus segundos al mando, a cargo de áreas específicas. El sigilo era a su entender mejor que el enfrentamiento abierto. La pericia primaba sobre el número.
Tuvo a los mejores guerreros que las lejanas tierras del norte pueden ofrecer en sus filas, pero los que lo acompañaron en el final era un puñado de sobrevivientes de sus misiones finales.
Wonder, Carlos y Crow eran sus últimos lugartenientes.
Pluma de cuervo se presentó un día en su campamento como el mejor intérprete de mapas que se hubiera conocido pero Hiperión no le creyó demasiado. Decidió ponerlo a prueba y le pidió una ruta para cruzar el desierto de Apeh. Un yermo gigante que no tenía realmente un mapa fidedigno. Sin embargo Crow trazó una y le marcó los lugares donde encontraría problemas con tribus nómadas locales. También le marcó donde lo esperaría si lograba vencerlas. Una semana después se encontró con Hiperion y lo que quedaba de sus hombres. La sed, el calor y los nómades habían hecho su viaje insoportable. El estratega lo esperaba bajo la sombra de un árbol en un oasis que no marcaban los mapas en lo que se suponía eran las arenas profundas del Apeh. El agua de ese lugar salvó la vida de la mayoría de sus hombres y sólo lo encontraron por seguir la ruta marcada que el ojo del cuervo les señaló. Así Crow pasó a ser el experto en mapas y estratega principal, aunque nunca quedó claro quién había puesto a prueba a quién.
Wonder llegó un día desde el sur. Era novicia de las hermanas de la luz. La logia guerrera compuesta por mujeres que defendía las ciudades sureñas de la costa. Portaba dos dagas idénticas en el cinto que ella llamaba "las hermanas" y eran mortales para quién les diera oportunidad. Nadie sabe por qué abandonó sus votos y desertó aunque respetaba todos los rituales aún estando con ellos. Nunca respondió ninguna pregunta. Alguna vez mencionó una profecía pero no dio demasiados detalles. Era muy amiga de los silencios aunque varias veces la oyeron hablando con sus dagas, algunos hasta afirman que les puso nombre. Como era costumbre fue puesta a prueba y le dijeron que debía matar a un hombre del campamento. Ella eligió uno de los más corpulentos que encontró. Un uzita que la superaba en talla y peso sobradamente. Cuando terminó con él era una masa uniforme de músculos contraídos y carnes trémulas que no podía ponerse en pie. Lo mató por piedad. No había médico que pudiera curar ese tipo de heridas.
Carlos fue desechado de plano sin siquiera una prueba. Se presentó como arquero una mañana y le negaron audiencia. Indignado se tomó a golpes con la guardia del campamento y tuvo que huir cuando se abalanzaron sobre él. Un partida lo persiguió por las montañas, pero nunca regresaron. Los encontraron carbonizados y empalados a lo largo del camino. Hiperión sintió curiosidad. Ninguno tenía marcas o heridas visibles, sólo los había quemado hasta los huesos. El mercenario fue a buscarlo y lo encontró jugando con un pedernal. Le preguntó de su maestría con el fuego y Carlos contestó que el fuego vivía en él. Esa misma tarde era parte de su grupo y pronto escaló posiciones. No había nada que no pudiera incendiar si tenía suficiente tiempo. El decía alimentar la llama, y nadie se atrevió a negarlo. El incendiario siempre daba con la manera de hacer las cosas simplemente se quemen. Incendió una vez vez una bahía entera destruyendo la flota de guerra de un sinarca, siendo la única vez que Hiperión vio el agua arder.
La realidad es que cada vez era más difícil contratarlo. Había que tener suficientes recursos y además estar dispuesto a tolerar sus métodos. Podía matar a cientos para eliminar un blanco. Si las historias corrían y conocían a alguien que estuviera marcado por coraza roja, era más simple echarlo de la ciudad que esperar que llegara. El riesgo de que el lugar entero ardiera era suficiente. Los últimos trabajos fueron los encargos del sacerdote Solot cuando lo convocó para que presente ante él a los que rompieron el pacto y trajeron a la vida a un muerto. Era una ofensa imperdonable. Y una provocación a los ojos de la orden oscura.
El alto sacerdote siempre supo que Davan estaba involucrado. No sabía a cuantos más había convencido, ya que no era un conjuro que pudiera realizarse solo. Y que de todos ellos uno sería sacrificado para que el hechizo no perdiera efecto. Lo que no sabía nadie es que Davan había involucrado a la propia hermana de Hiperión. Quizás estando conciente de que el mercenario trabajaba para Solot. Dicen que fue la única misión que no pudo realizar siendo ultimado por la hermandad fantasma en el espinazo del dragón. Otros dicen que la asesinó pero nunca regreso a cobrar el pago. Los más optimistas dicen que huyó de su triste existencia a las costas sureñas para comenzar una nueva vida. En esa época sus filas estaban diezmadas por una rebelión entre sus propios hombres, cansados de la magra paga. No se supo más de él ni de sus lugartenientes y se tejieron las más fabulosas historias en torno a ellos. Algunos aldeanos sostienen que se unió a los fantasmas de la montaña que combaten al este. Muchos caballeros negros suelen relatar que lucharon contra un guerrero de coraza roja que supera con creces a la mayoría de los hombres del imperio. La daga de los reyes parece ya no ser tal. Quizás movida por intereses superiores a la paga en oro y joyas. Quizás hoy tenga ideales que no se le conocían antiguamente. Nunca se sabrá si esa daga finalmente descansa o ha decidido cambiar de objetivo. Son muchos los que hoy respiran aliviados sabiendo que no camina por los callejones buscando victimas. Coraza roja parece haberse marchado y eso es suficiente para volver a conciliar el sueño. Sólo una cosa es segura, si la daga algún día regresa no volverá limpia a su funda.



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