martes, 11 de septiembre de 2018

Brian "guardian" defiende como león




 Todo niño en el sur tiene un sueño recurrente. Desde que empiezan a empuñar espadas de madera quieren llegar a blandir una de acero. Y si lo logran, querrán ser los caballeros más reconocidos de la región sirviendo como guardia real en alguna de las ciudades costeras, pero si realmente eres osado y lográs demostrar que eres realmente capaz, intentarás probar suerte en el atalaya de valle Dragón.
Lurtz era a simple vista la más exigente prueba para un aspirante a soldado. Era quienes luchaban desde su fundación contra las invasiones bárbaras. Contra las hordas de bóreos, con las bandas de forajidos y mercenarios, y por supuesto, luego de la transgresión de los magos, con los terribles titanes.
Hasta allí llegó Brian como aspìrante en su adolescencia. Dueño de un gran porte y con la armadura que le forjó su padre. Herrero de una aldea de la costa. Se presentó en los torneos que se disputaban anualmente en la fiesta de la cosecha. Allí se podía probar con el arco, la lanza y por supuesto, la espada. Y no desentonó. Ganó en lanza y llegó a las finales de espada con chances de llevarse el trofeo. Frente a él otro aspirante, y quien sería luego su amigo de la vida Alex. Justaron por más de una hora pero ambos, a pesar del cansancio no se rendían y seguían intentando imponerse.
Como reconocimiento un joven capitán fue elegido para enfrentar a ambos. Ahora los contendientes debían vencer a ese capitán de nombre Leo, guardia real apenas confirmado hace unos días.
Ambos se miraron y se entendieron con la mirada. Decidieron turnarse para atacar. Sin embargo no contaban con la pericia de su oponente, que a dos espadas era diestro y de gran resistencia. A pesar de su entusiasmo los dos estaban agotados y finalmente Leo venció a ambos simplemente con una guardia conservadora y los ataques medidos. Ambos terminaron exhaustos y con los brazos apenas sosteniendo sus filos. Allí el joven capitán aprovechó para desarmarlos con sendas estocadas a las muñecas. A pesar de las protecciones no pudieron resistir esos certeros golpes y sus espadas cayeron de sus manos. Aunque fueron vencidos se les dio por ganada la justa y ambos subieron a la tarima como vencedores. Habían luchado por horas y aún así no pudieron sacarse ventaja.
El joven capitán les propuso sumarse como escuderos, bajo su mando y pronto cabalgaron junto a él para controlar la frontera. Brian pudo hacer una última visita a su padre antes de enrolarse definitivamente. Le dejó su espada, la que había pertenecido a la familia desde que su abuelo la había forjado hace años. Le dijo que se la guardara. Algún día vendría por ella. Su padre recibió la espada de un soldado de Lurtz, su hijo, que vino enfundado en la armadura real. Con su porte galante y sus emblemas relucientes. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Su muchacho había entrenado día y noche para cumplir su sueño y él tuvo suficiente vida para verlo realizado. Su padre tuvo un último gesto hacia su hijo y le regaló una moldura para su nueva coraza. Un escudo en relieve con una cabeza de león. Su padre se encargó de montarlo en medio de su pecho. Ahora estaba completo. Besó a su padre en la frente. Algo raro en él ya que no era demostrativo. Su padre hizo más que mntar una insignia en el pecho. Le marcó unas simples palabras en el alma.

─Defiende como león hijo, siempre...

Brian regresó a Lurtz con la certeza de que sería la última vez que vería a su anciano padre. Y tuvo tiempo de llorarlo durante el camino, ya que para cuando llegó a su último destino esas lágrimas ya se habían secado. Todos admiraron el adorno y preguntaron por su significado. Brian lo tenía claro, era el simbolo de su casa y desde entonces, su lema. "defiende como león". Y estaba listo para demostrarlo.


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