domingo, 30 de septiembre de 2018

Oscar "matalobos" líder de la manada


Hasta los oráculos fallan al predecir quien será un buen líder. Eso ha pasado siempre. Los lideres tienden a creer que su descendencia será tan capaz como lo fueron ellos. Pero un líder no nace como tal. Ni se educa como tal. Un lider quizás no sabe que lo es hasta que le toca afrontar el viejo interrogante...¿que es lo mejor para los míos? y tiene una buena respuesta para ello.
Crecido en los bosques negros, esas imponentes masas verdes y húmedas en las faldas de los montes que forman el Espinazo. Allí creció un aldeano que en principio molía grano con su padre en un pequeño molino. Se llamaba Oscar y no era guerrero ni cazador. La guerra y la caza le eran ajenas. Hasta que en sus años cercanos a la hombría presenció como los lobos se llevaron a su pequeño hermano. Los rastreadores no podían dar con la manada de lobos grises que asolaban la zona y fueron muchos más niños las victimas. La aldea quedó sumida en el oprobio. Se consultó a los dioses de la montaña por las terribles pérdidas. Los lobos le habían arrebatado el futuro. Este muchacho llevó las riendas cuando los adultos no dieron la talla. Organizó a otros muchachos. La mayoría, mayores que él para dar caza a la manada que se había vuelto devoradora de hombres.
Sólo tenía la experiencia de poner trampas para las ratas que asaltaban su silo de granos, pero para él todo animal hambriento es descuidado ya que se desespera por obtener su presa.
Oscar estaba enfermo de venganza pero se ocupó de ocultarlo detrás de sus trampas y estrategias. Su padre intentó disuadirlo pero vio en su mirada un brillo desconocido. Había algo nuevo o que había permanecido oculto hasta entonces. Y aún con el dolor a cuestas de haber perdido a su hijo menor, no tuvo las fuerzas de oponerse a la locura de su primogénito. Oscar se internó en el bosque
y nadie volvió a verlo por semanas. Se había hecho confeccionar una lanza en secreto. El herrero de la aldea había perdido una hija por los lobos y no se negó a ayudarlo.
Volvió con la cabeza de un lobo gris joven al cabo de unos días y con crías de lobo que encomendó a su madre para que las criara. Le dijo a todos que ahora él le robaría el futuro a los lobos. Luego volvió al bosque para volver tiempo después con la cabeza de la hembra de la manada. La pareja del líder. Roció la orina de ella por la aldea y colgó su piel en el molino para atraer al líder que ahora también estaba enfurecido. La manada finalmente fue a la aldea una noche. Irrumpió en todas las cabañas y mató a los animales de granja que encontró pero no había ningún humano. Oscar había mandado que se escondan en el bosque hasta que el les indicara que regresaran. Finalmente la manada fue al molino donde Oscar los esperaba. Su lanza hirió a casi todos los integrantes pero no los mató. Quería que sufrieran como su gente lo había hecho. Sus compañeros estaba con arcos en los techos y dieron cuenta de la mayoría de los heridos hasta que solo el lobo principal quedó en pie. Oscar quebró su lanza y la tranformó en una pequeña asta con su filo y lo enfrentó. Aunque el lobo hundió sus dientes en el hombro de Oscar, este le rasgó el vientre y sus tripas se regaron por todo el molino. Aquella noche acabó la amenaza de la manada de lobos. Y su lanza se convirtió en una espada corta, merced a la habilidad del herrero que hizo el trabajo en ofrenda al sacrificio de Oscar por los suyos.
Pero ahora su gente le temía. El muchacho ya era hombre. Habían visto la ferocidad de aquel muchacho y la temeridad de sus actos. Había desollado al lobo y se había vestido con su piel en un acto casi salvaje. Y siguió haciéndolo, cazando en la montaña como si fuera el mayor de los animales. Con el tiempo y la amenaza del imperio siempre latente abandonó a los suyos y fue en busca de quienes combatían en las montañas. Los rebeldes que se ocultaban cerca del camino alto. Se despidió de los suyos pero pocos sintieron verdadera pena. Se había convertido en una especie de animal. Uno peor que los lobos que enfrentó. Todos recordaron los cuentos de los bóreos y su familiaridad con ese animal. Quizás era de otro pueblo, de otra sangre, de otra fuerza. Sin embargo algunos en el pueblo si recuerdan su hazaña y guardan su memoria con cariño y respeto. Porque solo hubo un matalobos, y fue además un gran defensor para ellos, el que supo lidiar con la amenaza que venía de las montañas. El verdadero líder de la manada.

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